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Cuentos para golfos

el golf cambió el destino de una escritora famosa

¿quién era?

Texto: Carla de la Serna    Ilustración: Isabel Ramos Molins

Érase una vez un pueblo costero del sur de Inglaterra. Y ahí, en ese rincón británico de clima saludable, donde vivía una familia acomodada, nació a mediados de septiembre de 1890 una niña de ojos claros, rolliza y risueña, la menor de tres hermanas.

   Según iba creciendo, la niña se mostraba inquieta, despierta, alegre y curiosa. Su madre era una gran contadora de historias y muy buena maestra. Nuestra escritora aprendió a leer a los cinco años; jugaba con amigos imaginarios a escondidas, y muy celosa de su intimidad, protestaba e incluso se enfadaba cuando la observaban. También era excesivamente tímida pero avispada. Un día, con nueve años, vio que el criado probaba la sopa del cucharón antes de servirla en la mesa. Le sorprendió de reojo (siempre atenta, cazadora de gestos e historias), y no dijo nada. Pero la costumbre constante del criado acabó delatándolo. Y cuando el resto de la familia se fijó también, ella comentó muy chulesca: Yo ya lo sabía.

   ¿Y por qué no lo contaste?, replicaron algo molestos sus padres. Lo siento, pero no me gusta compartir información, respondió resuelta.

   Vivió feliz hasta que murió su padre, un corredor de bolsa norteamericano. La futura escritora tenía once años y quedó muy afectada. La familia se vino abajo, aprietos económicos incluidos. Fueron tiempos de tristeza, pero ella seguía escribiendo poemas infantiles y pequeños relatos, leyendo, imaginando. En plena adolescencia fue a estudiar a París: francés, piano y canto. Le gustaba la idea del cambio, estaba contenta: nuevo idioma, ciudad moderna, gente distinta y abierta ¿Acaso no estaba el mundo para explorarlo y comérselo vivo?

   Hizo su primer viaje exótico a Egipto, con dieciocho años. Entonces, ya empezaban las fiestas y los guateques, pretendientes que la cortejaban. Se acercaba la hora de casarse. Iba pasando el tiempo y unos le rondaban, otro estuvo a punto de conquistarla, pero el interesado tuvo que irse a la India. Hasta que apareció el definitivo, un oficial aviador insistente y obstinado. El fichaje. La escritora tenía 23 años y había llegado el amor. Pero a la vez estallaba la Primera Guerra Mundial. Se casaron, pasaron la noche de bodas juntos y al día siguiente él tuvo que irse destacado a Francia. Ella se puso a trabajar de enfermera, aunque no le gustaba, pero escribía y escribía, y en esta época terminó su primera novela. Intentó publicarla en seis editoriales, pero todas le dieron largas, portazos suaves.

   Por fin acabó la guerra, volvió su marido y empezó la verdadera andadura del matrimonio, ahora sí que estarían juntos. El principio fue un camino de rosas. Tuvieron una hija y viajaron por el mundo: Canarias, Australia, islas Fiji, Canadá, Nueva York, ¡Hawai! Aquí aprendió a hacer surf “Creo que soy la primera mujer inglesa que se ha puesto de pie en una tabla” comentó en una ocasión. La vida les sonreía, cualquier rincón del mundo les fascinaba. Todo era inspirador. Ya de vuelta, retomó la vorágine de la escritura, empezó a publicar y por fin una editorial apostó por su obra. Llegaron los ingresos, el dinero a espuertas, la fama… Se compró un coche y una buena casa a las afueras de Londres ¡Cuántas veces se arrepentiría de esta compra!

Muy cerca de la nueva vivienda había un campo de golf. El marido empezó a aficionarse, le divertía. Ven conmigo, le decía, pero a ella no le gustaba. Así que él se iba por su cuenta tan contento con la bolsa de palos al hombro, y quizá con atuendo hickory. Primero jugaba un día a la semana, luego dos… El aviador cada vez aparecía menos por casa.

LLEGAN LA FAMA, EL GOLF Y LOS CAMBIOS

   Muy cerca de la nueva vivienda había un campo de golf. El marido empezó a aficionarse, le divertía. Ven conmigo, le decía, pero a ella no le gustaba. Así que él se iba por su cuenta tan contento con la bolsa de palos al hombro, y quizá con atuendo hickory. Primero jugaba un día a la semana, luego dos… El aviador cada vez aparecía menos por casa. ¿Por qué estás tan obsesionado? Le preguntaría ella. Y la razón acabó descubriéndola mucho tiempo después: su marido, su fichaje, el padre de su hija, se había enamorado de una golfista, que además era amiga de la familia. Empezó la crisis. Discusiones, celos, traición… Él le pidió el divorcio, ella se lo negó muy herida. Se quedó deshecha. Así que una noche, después de una gran pelea, él se fue a cenar con la amante y ella cogió el coche y desapareció.

   Al día siguiente encontraron el vehículo abandonado en la carretera… ¿Dónde estaba su dueña? ¿Se había suicidado? ¿Accidente, un asesinato? Estuvo once días desaparecida. Los periódicos la nombraban en las portadas, toda Inglaterra se volcó en su búsqueda, hasta que dieron con ella en un hotel balneario medio aturdida ¿Amnesia? ¿O todo había sido una farsa para vengarse del marido? ¿Una astuta maniobra para hacer publicidad? ¡Qué misterio, vaya enigma!

   Nuestra protagonista no podía ser otra que Agatha Christie, la reina del crimen casi perfecto, de las tramas bien urdidas. A partir de ahí su vida dio un vuelco. Con el tiempo se repuso, volvió a viajar, siguió escribiendo, se casó de nuevo con un arqueólogo mucho más joven que ella…

   Su primer marido, el oficial aviador, se llamaba Archibald Christie y la amante golfista (se casaron y vivieron juntos hasta el final de sus días), Nancy Neele. El destino quiso que la escritora comprara la casa, que hubiera un campo de golf cerca, que a su marido le enganchara el deporte con amiga incluida.

   Pero al final el cambio, como casi siempre, fue un regalo del azar. Vivió hasta los 85 años. Publicó 66 novelas, obras de teatro y relatos. Ha vendido mil millones de copias y ha sido traducida prácticamente a todos los idiomas. En sus memorias declaró: ¿Qué puedo decir a los setenta y cinco años? Nada más que gracias a dios por la buena vida y por todo el amor que me ha dado.

   Aunque Agatha Christie escribió sobre la muerte, supo saborear muy bien la vida, exprimirla hasta el último suspiro. Curiosamente, en 1923 publicó “Asesinato en el campo de golf”, un año antes de comprarse la casa. Fue su tercera novela.

En Filmin se puede ver un documental de la escritora: Agatha Christie, la reina del crimen. Las fotos de golf han sido extraidas de esta película.