Viajes

el otoño de tarifa
¿cómo se vive fuera de temporada?
Texto y fotos: Carla de la Serna
Ya sabemos que a mediados de septiembre los lugares turísticos empiezan a despoblarse. Se pliegan las sillas de la playa, algunos chiringuitos cierran, las casas de alquiler bajan sus precios y la mayoría pone el cerrojo hasta el verano siguiente. Estamos fuera de temporada. En gran parte de España las lluvias empiezan a colarse, los cielos se nublan y el otoño se precipita, aunque suavemente al inicio. En octubre el sol todavía nos calienta con su luz brillante. Y luego llega el puntiagudo noviembre, con sus cicloncitos, temporales, rachas de viento e incluso nieve. En noviembre nunca se sabe. Pero en el sur… En el sur es muy diferente.

Hace unos días me invitó una amiga a Tarifa. Estuve dudosa, las previsiones daban Levante, un viento muy incómodo que se produce de vez en cuando en esta punta de la Península, desde la que se ve África. Pero al final me lancé, ansiosa por salir de Madrid. Y entonces vino la sorpresa, el regalo merecido del que arriesga.
PLAYAS Y KITE SURF
Me encontré de golpe y sopetón con mucha belleza y un ritmo de vida pausado y tranquilo, igual de suave que su clima. Ahí estaban los restos del verano con la cara amable del otoño. La casa daba a la playa de los Lances, apenas unos metros de distancia, semidesierta, inmensa y ancha, de arena blanca y dunas. Por las mañanas, bajaba en manga corta a dar mi paseo por la orilla con la cámara de fotos, y luego desayunaba en la terraza del Café del Mar. Casi todos los días veía caras repetidas: un tarifeño, un portugués, la pareja de franceses… Desde aquí, si sopla un poco de viento, ya ves a los kite surfers en acción. Son los grandes protagonistas de esta estampa veraniega aunque sea noviembre. Con mucha paciencia y esmero despliegan sus cometas coloridas y chillonas: Por la mañana, con el día limpio y el agua verde; o al atardecer, cuando se pone un sol rojo espléndido, o el cielo explota en colores violetas, rosas y azules. Es como un festival de pura fantasía.
Los kite surfers son los protagonistas de esta estampa veraniega aunque sea noviembre. Despliegan sus cometas coloridas al atardecer, cuando el cielo explota en colores violetas, rosas y azules. Es como un festival de pura fantasía.
EL PUEBLO DE TARIFA Y SU GASTRONOMÍA
El pueblo de Tarifa está despejado, pero con sus bares y restaurantes abiertos entre callejones blancos y empedrados. La variedad de locales gastronómicos se entiende: en temporada alta este casco histórico debe ser una bomba de relojería. Te encuentras con una Ostrería, un tailandés, el restaurante marroquí escondido en un rincón con escaleras; el Bar de Curro, el de toda la vida, con sus tapas a la española, sus fotos de toreros, y sus dos mesas chiquitinas afuera. La enoteca italiana, el restaurante clásico especializado en atún, ¡ay el atún! Esta delicia gaítana… Y un sinfín más de barecitos y lugares gastronómicos donde se come muy rico.
Los sábados a mediodía el centro de Tarifa se anima. Te tomas un aperitivo al sol, y luego por la tarde vas a la playa del Palmar, por ejemplo, llena de surfistas, muchos de ellos extranjeros afincados en este trozo del sur. Te das un baño y te tomas un pescado en el chiringo, con un servicio agradable, que es lo que tiene estar fuera de temporada. Le pregunté a la dueña del local: ¿Y esto en verano? Uffff, me dijo con cara de asombro y acento muy andaluz. Esto en verano quilla no te lo recomiendo. Muy bonito, sí, pero demasiada gente.

CLUB DE GOLF LA CAÑADA
El último día jugué en manga corta en el Club de golf La Cañada, en San Roque, a una media hora larga de Tarifa. Es un campo municipal muy agradable, con sus socios de la zona, gaditanos, belgas e incluso escoceses. Es bastante plano y cómodo, con un segundo recorrido muy bonito. Después del hoyo 18, que se juega mirando al mar, cayeron unas Cruzcampo en la terraza del Club. Los niños de la escuela desplegaban sus destrezas en la cancha de prácticas, y yo mientras tanto hablaba con Ludo, un francés windsurfista y ahora enganchado al golf, y con Félix, policía portuario. Qué bien se vive aquí, les dije ¿Y por qué no te vienes? Ojalá. Aunque para mí lo perfecto sería pasar unos días en otoño o primavera. Estuvimos de acuerdo en que no todo el mundo puede permitírselo. A veces no queda otra que disfrutar de las vacaciones en los meses punteros. Y además está muy lejos para venirse un fin de semana, comentó el francés. Cierto, pero si te coges un par de días el viaje merece la pena. Pasa lo mismo con Galicia, donde obviamente hay otro clima. Pero en mi opinión, las playas de allí y aquí son las mejores de España. Es lo que tiene estar en las dos puntas atlánticas de la Península.