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Arte & nieve en la capital del Tirol

Texto: María Molinuevo Fotos: Nuria Ayarra 

¿Jugar al golf en el Tirol? Mejor esperar a primavera. Este mes de enero cambiamos unos días los palos por los esquís. Y eso que alrededor de Innsbruck hay hasta diecinueve campos muy variados, algunos de ellos con vistas a los Alpes. Debe ser un privilegio jugar aquí ¿Probaremos en mayo?

Para el esquiador, Innsbruck es uno de los grandes paraísos de Europa. Para los forofos del arte y la historia, es un destino apetecible e inspirador.

Por María Molinuevo

Esta pequeña ciudad de los Alpes tiene una calidad de vida envidiable. A mí me recuerda a un cuento de los hermanos Grimm. Está enmarcada en un paisaje de montañas y lagos. De cumbres nevadas en invierno y alfombras verdes en verano, donde las vacas con cencerro pastan a sus anchas. Innsbruck es el Tirol de Sissi Emperatriz, y también fue el hogar de Maximiliano I de Habsburgo, padre de Felipe “El hermoso”. Maximiliano era un gran cazador que se encaprichó de estas montañas y trasladó la corte a Innsbruck por una temporada, dejando de lado a la grandísima Viena.

PARAÍSO DE NIEVE

Además de ser potente testigo de un pasado imperial, Innsbruck es un destino codiciado por los amantes del deporte blanco. Aquí hay nieve casi todo el año, y los niños se calzan los esquís apenas comienzan a andar. Su dominio esquiable es extensísimo (nada menos que 340 kilómetros), y está repartido entre Innsbruck y otras aldeas adyacentes, pueblecitos tiroleses convertidos ahora en pequeñas y grandes estaciones de invierno.

  Nueve de la mañana de un martes cualquiera de enero. Acabamos de desayunar en el hotel Goldener Adler (donde tiempo atrás se alojaron Mozart y Goethe entre otros). Estamos en pleno casco histórico. Hace un día radiante y ha caído una gran nevada. Tenemos ya el Skipass, válido para cualquiera de las trece estaciones de Innsbruck y alrededores. Así que podemos elegir. Si nos vamos fuera de Innsbruck un autobús gratuito viene a recogernos a la puerta del hotel. Como es el primer día decidimos probar la estación Nordpark-Seegrube, la más cercana a la ciudad y a la que se accede en veinte minutos con el funicular diseñado por Zaha Hadid (precioso y modernísimo). Botas puestas y esquís al hombro.

 

La estación es una verdadera gozada. No hay mucha gente por ser martes, pero sí el ambiente perfecto con acento alemán para no sentirse solo. Probamos todas las pistas y esquiamos hasta las dos de la tarde, momento en el cual nos sentamos a devorar unos huevos a la tirolesa en un restaurante con cristaleras inmensas y techos altos.

  Regreso al hotel, pequeña siesta y después de una ducha nos lanzamos al centro histórico, con sus casas barrocas de colores, viandantes y ciclistas, carteles divinos en alemán y tiendas con sombreros tiroleses. Visitamos el Palacio Imperial, la Catedral de Santiago y el Tejadillo de oro, un particular mirador situado en pleno barrio gótico y decorado con 2.657 tejas doradas al fuego.

  Y tras la caminata nos sentamos en el Café 360, desde el cual se ve cómo atardece en toda la ciudad. Nos sentimos privilegiados con una cerveza en la mano, pensando en los cinco días siguientes rodeados de nieve y escuchando los ecos del Tirol. Conoceremos la fábrica de Swarovski, el gran emperador del cristal, nos adentraremos en tabernas literarias y refugios alpinos; cataremos vino caliente y gastronomía de montaña… Platos tiroleses con nombres alemanes impronunciables pero riquísimos.

*Como buenos austríacos, en esta zona del Tirol están muy bien organizados. Con el Forfait Ski Plus City, se accede a todas las estaciones de Innsbruck y alrededores (con transporte de autobús incluido), y también se puede disfrutar de algunas actividades de ocio en la ciudad (museos, piscinas cubiertas, etc.). Los precios son bastante buenos. Un plan muy completo que abarca deporte y cultura.

MÁS INFO SOBRE PRECIOS, FORFAITS, ALOJAMIENTO, GASTRONOMÍA Y ACTIVIDADES EN: www.innsbruck.info/es/