golf basics

La nostalgia de los caddies
Desde aquellos años ochenta
Texto: Carla de la Serna /Fotos: Nuria Ayarra
Ya no quedan, se han esfumado, se los ha llevado el aire con el tiempo, que a su vez nos ha traído los buggies y los marshall, y quizá otra forma de jugar al golf, no en la técnica y las reglas, pero sí en algunas costumbres. Atrás queda, muy atrás, la época en la que el jugador llegaba al campo y había una hilera de caddies esperando para salir. Eran jóvenes sin recursos con una paciencia infinita, que a veces se pasaban largas jornadas cargando palos y recogiendo bolas por unas pesetas. Menos mal que muchos de ellos llegaron a ser golfistas, famosos y campeones históricos, como Seve, Arnold Palmer y Ben Hogan.
Años setenta y ochenta. Entonces, el golf sí que marcaba diferencias de clase. Señor rico, joven pobre. Era un deporte que llevaba colgada la etiqueta engorrosa de elitista. Y desgraciadamente, la arrastra hasta hoy. Consecuencias de la historia. En aquellos ochentas incluso era obligatorio contratarlos (unas 200/300 pesetas más propina, si es que se la daban), porque jugar con un caddie agilizaba el ritmo del campo, evitaba retrasos y esperas y aumentaba el número de salidas y partidos, claro. Para algunos amateurs eran una bendición. Porque no sólo les llevaban la bolsa y elegían los palos, también conocían el terreno casi a la perfección, controlaban el viento, rastrillaban los búnkers, reponían chuletas y dominaban la caída de los greenes. Por no hablar de las bolas que encontraban. El caddie, sencillamente, era un “palo” más de la bolsa.
Pero además, animaban psicológicamente al jugador. Olvida el mal golpe, centrémonos en el siguiente. Recuerda que el approach del hoyo anterior te ha salido redondo. Para este golpe coge el hierro 8 que lo vas a bordar, pero estate tranquilo. Lo que viene siendo subir la autoestima y dar un empujón a la confianza. Y esto, amigos golfistas, ya sabemos que es imprescindible, o al menos agradecido. Anécdota: Angelo Argea, que llevó los palos de Jack Nicklaus durante veinte años, comentó en una ocasión que el Oso dorado le decía en los campeonatos: Tú recuérdame un par de veces durante el partido que soy el mejor jugador del mundo. Y entonces Nicklaus se debía venir más arriba todavía.
Para otros golfistas sin embargo, la compañía del caddie a veces estorbaba. Mejor que estuviera calladito, nada de excederse en cordialidades e intimidades. Cargar con la bolsa y hacer su trabajo. Manías de cada uno. O costumbres sociales aprehendidas.

Poco a poco esta figura golfística tan valiosa ha ido desapareciendo. En España apenas existe. Democratización pura y dura, cambios tecnológicos y de mentalidad. Otras necesidades. Algunos se lamentan con nostalgia, y a otros no les importa tanto, prefieren su independencia en el terreno de juego. Sólo los profesionales cuentan con su inestimable apoyo. Son imprescindibles en grandes competiciones. Jugador y caddie forman un equipo indisoluble y sólido. En muchos campeonatos, los golfistas van acompañados de un hermano, una amigo, el padre o incluso la pareja. La complicidad es un arma muy valiosa para el buen juego. Están muy valorados y las cifras que ganan los caddies de élite por grandes torneos han ascendido cuantiosamente.
NUESTRA EXPERIENCIA CON UN CADDIE EN MARRUECOS
Y entonces llegamos a Agadir este verano y resulta que aquí todavía la figura del caddie existe. Tiene más sentido en un país como Marruecos. Jugamos en el Golf du Soleil, en Tikida Golf Palace. Nos dieron la opción de salir al campo con un caddie y no lo dudamos. Más que nada por la novedad y por probar la experiencia. Me sorprendió que costara la mitad que alquilar un buggie.
Dris nos acompañó durante el recorrido rojo de 9 hoyos. Conocía el terreno de juego a la perfección, cargó con una de las bolsas y nos dio algunos tips, sobre todo en los tees de salida y en los greenes. Se las sabía todas y tenía un swing bonito. También es profesor. Apenas perdimos bolas, conocía cada recoveco, incluso sacó más de una del agua. Nos contó que llevaba trabajando en este campo desde muy joven ¿Y los turistas os suelen contratar o prefieren el buggie? Hay de todo. Los señores más mayores que no controlan el campo lo prefieren, van más tranquilos y confiados. Pero ya se sabe que cada jugador es un mundo. Depende de la edad, la experiencia del golfista e incluso de la nacionalidad. Por ejemplo, alemanes y franceses no tienen nada que ver.
Primero caddies y luego famosos
BILL MURRAY

Actor, comediante y vividor. Lleva el golf en las venas. Fue otro ejemplo de chico pobre que trabaja duro antes de llegar a la fama. Hizo de caddie junto a sus ocho hermanos en el Indian Hill Country Club. Escribió un libro (Cinderella Story: Mi vida en Golf) donde cuenta su idilio con el golf, y confiesa que este deporte le ha dado grandes lecciones en la vida. También produjo e interpretó una película cómica (Caddyshack) en la que un grupo de caddies quiere demostrar a sus rivales millonarios que ellos también son capaces de ganar.
Actualmente tiene un Club de golf en Florida (Murray Bros-Caddyshack at World Golf Village) donde se puede jugar y además disfrutar de un gran restaurante, cuyo lema es Eat, drink and be Murray.
Su lugar preferido para jugar al golf es Irlanda.
ARNOLD PALMER

Grande, inmenso, un gran pegador sonriente y divertido. Otro de los mejores jugadores de la historia. Nació durante la Gran Depresión. Su padre trabajaba en un campo de golf y Palmer prácticamente creció ahí, era como su sitio de juegos, su recreo. Cuentan que a los ocho años ya se hizo 18 hoyos por debajo de los cien golpes. Trabajó de caddie en el mismo Club, pero ojo, él no tenía los mismos privilegios que los hijos de los socios. Él formaba parte de la familia de empleados.
No obstante su talento pudo más que su condición social, y obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte. Más tarde dejó los estudios por una depresión provocada por la muerte de un amigo. Pero al cabo de los años, en 1954, ganó el campeonato Nacional Amateur. Y de ahí, carretera y manta y para arriba como la espuma.
SEVE BALLESTEROS

Todos los aficionados conocemos su historia. Su hermano le regaló un Hierro 3 cuando tenía ocho años y desde entonces se agarró al golf para siempre. Practicaba de noche bajo la luna llena en el campo de Pedreña, donde se colaba para sentir la hierba. También daba bolas en la playa. Hizo de caddie para un médico, Santiago Ortiz, y más tarde otro médico, el cardiólogo César Campuzano, fue el que hizo de mecenas: le subvencionó el primer viaje para participar en un campeonato a los 16 años, donde se hizo profesional. Y de ahí al estrellato.
MARTIN SHEEN

¿Quién no ha visto alguna de las películas de este gran actor? Nació en Ohio en 1940, hijo de madre irlandesa y de padre gallego, español, sí. Su nombre original es Ramón Antonio Estévez. La familia era muy católica y humilde. Tenía que aportar dinero en casa, así que se puso a trabajar de caddie en el Dayton Country Club. Cuando tenía 14 años organizó una huelga de caddies por el mal trato que recibían y por el salario escaso. A los 18 años hizo el macuto y se fue a nueva York en autobús. Tenía claro que quería ser actor. Fue entonces cuando adoptó el nombre artístico de Martin Sheen. Es inolvidable su interpretación en Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola. Nunca ha abandonado su afición al golf.
EDDIE LOWERY

Protagonizó una de las gestas golfísticas más sonadas de la historia. Con diez años y por casualidad, hizo de caddie para el jugador amateur Francis Ouimet. Nadie daba un duro por la pareja, y sin embargo, Ouimet logró ganar el US Open en 1913 en Massachusets. Cuentan que desde aquella heroicidad, que tuvo gran repercusión en los medios, mucha población norteamericana se aficionó al golf. Lowery, que aquel día ganó apenas unos dólares de propina por la hazaña, acabó haciéndose multimillonario con un negocio de coches en San Francisco. Nunca dejó el golf mientras vivió. Murió en 1984.