Campos

real golf de oyambre
la bonita historia de un club y su playa
Texto: Carla de la Serna Fotos: Nuria Ayarra
Las memorias de este club legendario, situado cerca de Comillas, tienen mucho que ver con su playa, que forma parte de un Parque Natural protegido. Entonces, en aquellos años veinte del siglo pasado, la realeza veraneaba en Santander y se bañaba en el Sardinero. La playa de Oyambre, larga y ancha, todavía estaba inexplorada. Montecristo, un cronista de sociedad de la época, escribió en 1926 lo siguiente:
Hace apenas dos años era casi desconocida para los veraneantes de la Montaña la magnífica playa de Oyambre; eclipsada por el tradicional Sardinero, por la cortesana playa de la Magdalena, por la opulenta Comillas y aún por la pintoresca Suances, esta playa de Oyambre llana y dura (tan llana y dura que ha podido servir de campo de polo), extensa de más de tres kilómetros, ha permanecido casi ignorada hasta que un prócer ilustre, el conde de Güell, tuvo la feliz idea de emplazar en los terrenos lindantes un hermoso campo de golf. Y como este deporte atrae como irresistible imán a todos sus cultivadores, y como ni en la vecina Comillas ni en el propio Santander existen terrenos dedicados al golf, bien pronto el naciente Club contó sus socios por centenares…

Fue así como el conde de Güell, también marqués de Comillas, puso en marcha el campo de golf, inaugurado por el rey Alfonso XIII y la reina Victoria. Era el primero de toda Cantabria. El conde contrató a un experto golfista para que diseñara un recorrido de 9 hoyos tipo links (dos de ellos colindantes con la playa y otros dos pegados a la Ría de La Rabia). También hizo construir la Casa Club, que según la crónica de la época era Un elegante pabellón cuyo estilo rústico armoniza con la bravía naturaleza de este rincón de la Montaña…
AEROPLAGE Y TURISMO BRITÁNICO
Oyambre empezó a ponerse de moda. Todos los veranos acudían los reyes de España con sus hijos a jugar al golf, así como buena parte de la aristocracia de la época, que venía de Madrid, Barcelona, San Sebastián y Bilbao. También practicaban tenis y hacían carreras de aeroplage, montados en un catamarán con ruedas. El viento y la adrenalina amenizaban las mañanas veraniegas en la orilla de la playa.
Tan en boga estaba la zona, que en 1927 se anunció que se inauguraría un servicio turístico durante los meses estivales para atraer a los británicos, pioneros por excelencia en las destrezas golfísticas. Un barco trasatlántico (El Reina María Cristina) saldría de Cádiz rumbo a Southampton con escalas en Lisboa, Coruña, Santander y Bilbao. La crónica de la época rezaba así:
No es solo el real Golf Club de Oyambre en donde todo golfista británico encontrará una continuación de los más aristocráticos campos ingleses. Es la población de Santander, con progresos modernos y antiguas reliquias señoriales, es el vecino pueblo de Limpias, la vieja villa de Santillana del Mar, lugar de poesía y reposo…
Oyambre empezó a ponerse de moda. Todos los veranos acudían los reyes de España con sus hijos a jugar al golf, así como buena parte de la aristocracia de la época. También practicaban tenis y hacían carreras de aeroplage, montados en un catamarán con ruedas. El viento y la adrenalina amenizaban las mañanas veraniegas en la orilla de la playa.
El campo de golf de Oyambre grabado con drone por DIEK Drones
OYAMBRE EN LA ACTUALIDAD
Han pasado casi cien años desde entonces. El trazado del campo sigue siendo el mismo, si bien las mareas han hecho sus estragos, afectando al hoyo 5 pegado a la playa. Es un recorrido de 9 hoyos con pares tres y cuatro, siendo los más cortos el 6 (84m) y el 9 (64m). Hay que ser preciso en el tiro, sobre todo en el juego corto. El campo se asienta sobre unas dunas, lo que evita que se encharque con las lluvias (y ya sabemos que aquí llover llueve bastante).
Cuando visitamos el golf de Oyambre en el mes de julio, las calles estaban secas y algo amarillas. Este verano tan caluroso ha dejado a Cantabria sin su verde puro del norte. Sin embargo los greens estaban cuidadísimos. Aunque era un día despejado, había cierta bruma que nos impidió visionar los Picos de Europa. Y el atardecer es una maravilla, con el sol enrojecido poniéndose por el mar. La playaza de Oyambre sigue igual de espléndida, donde los bañistas, las sombrillas y los surferos sustituyen a los corredores de aeroplage del siglo pasado. Del 15 de julio al 31 de agosto la zona se llena demasiado; no hay espacio para los coches, las furgos ni las autocaravanas, y en los chiringuitos se forman colas… Septiembre, todavía con temperaturas agradables, debe ser una época deliciosa para jugar este campo y visitar la zona.

Dentro de dos veranos, en agosto de 2024, se celebra el centenario de la inauguración del campo. Para ello, se va a remodelar la antigua Casa Club manteniendo el estilo cántabro y campestre de la construcción original. Tendrá un restaurante y algunas habitaciones rurales.